maaría fortuna
Lunes, 2 de octubre 2017, 18:23
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Tras siete años impartiendo clase de gimnasia rítmica, Fani Mateo, se despedía el pasado junio de la localidad, dejando su puesto libre. Finamente ha sido Sandra Calderón la encargada de relevarla al frente de los entrenamientos.
Esta emeritense de 29 años llegó el pasado 15 de septiembre a Quintana para conocer a sus nuevas alumnas. «Desde el primer momento me han transmitido muy buena sensación porque son muy disciplinadas, se han adaptado rápido a los cambios y siempre están dispuestas a trabajar, que es lo importante.
Confiesa que viene contenta, ilusionada y «con muchas ganas de trabajar». «Es la primera vez que entreno fuera de Mérida, mi ciudad natal, siempre lo he hecho allí y por eso este trabajo se presenta como un reto muy especial para mi». Los grupos, de igual manera que el pasado año, están divididos en base y competición. «Depende del nivel de cada alumna, la edad y el tiempo que lleven practicando gimnasia rítmica están en un grupo u otro».
Un total de 30 niñas asisten este año a las clases, las edades oscilan entre los 3 años, la más pequeña hasta 14 años, la mayor. Este año las clases se impartirán los miércoles por la tarde, en el gimnasio del instituto, los viernes en el mismo horario pero en el pabellón municipal y los sábado por las mañana en el mismo lugar. «Aunque en este primer mes vayamos los miércoles a entrenar al instituto, voy a intentar que el resto del año no nos movamos del polideportivo porque es más espacioso y facilita el trabajo, sobre todo de cara a las competiciones», comenta.
Respecto a este tema, informa que tiene pensado participar con las niñas en los JUDEX de gimnasia rítmica del próximo año. «Aquellas alumnas que lleguen a adquirir cierto nivel, podrán competir en los Juegos, aunque es cierto que en lo poco que aún he trabajado con ellas la mayoría son muy flexibles y tienen buena técnica», añade.
Aunque el curso lectivo finaliza en junio, Calderón explica que su intención es continuar con las clases en verano. Un parón de dos meses hace mella y ralentiza el trabajo adquirido durante el curso, cuando se vuelve en septiembre, explica.
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