El patio del edificio de 'La Ermita' completamente vacío MARÍA FORTUNA

Más de 300 alumnos del CEIP 'Virgen de Guadalupe' continúan el curso en casa con la ayuda de maestros y padres

Desde Educación Infantil hasta Sexto de Primaria, los niños quintanenses han tenido que adaptarse al nuevo proceso de aprendizaje virtual en que los padres están jugando un papel fundamental y los docentes multiplican sus horas de trabajo. Para conocer cómo se han adecuado a esta nueva realidad educativa, Hoy Quintana ha hablado con Cati Mendo, directora del colegio

Viernes, 8 de mayo 2020, 18:16

Alternar el trabajo con problemas de Matemáticas, la limpieza del hogar con las redacciones de Lengua y las lavadoras y la plancha con las partes del cuerpo humano de Ciencias de la Naturaleza. Esa es la situación a la que se enfrentan a diario cientos de padres y madres de la localidad al compaginar la vida laboral, el hogar y, ahora también, el apoyo en la enseñanza de sus hijos.

Muchos son los testimonios de familias que confiesan que el coronavirus, más allá de las consecuencias sanitarias, les ha puesto sus vidas 'patas arriba'. Y es que por si fueran pocas las tareas diarias y el trabajo en los que ya de por sí, los padres hacen malabares para llegar a todo, ahora suman la ayuda que prestan a los hijos en las tareas tras cerrarse las aulas del colegio.

A partir de ahí comenzó todo un reto para todos ellos que, a día de hoy, y después de dos meses, siguen afrontando cada día, y lo que los ha convertido en auténticos superhéroes y superheroínas.

Por su parte, desde el CEIP Virgen de Guadalupe, tanto el equipo directivo como el resto de docentes también se han tenido que adaptar a esta nueva situación que ha cambiado de repente la manera de enseñar.

«Cuando cerramos el viernes 13, nos fuimos con la idea de volver, pero lo cierto que es finalmente ese fin de semana se decretó el Estado de Alarma. Por ello, a partir del lunes 16 se cerró el colegio y comenzamos a preparar las tareas para los siguientes 15 días, que eran los que iba a durar en un principio», declara Cati Mendo, directora del CEIP Virgen de Guadalupe.

Reducción de tareas de 5 a 3 horas

En un inicio, relata, que como con todo «lo nuevo» que se presenta de repente, los docentes se sentían «un poco perdidos». «Cuando se prolongó más la situación y viendo que era mucha carga de trabajo para los alumnos y lo que conllevaba a los padres, el tiempo de las tareas se redujo de 5 horas a 3 diarias».

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Dichas horas lectivas, que ahora se imparten de manera virtual, están dedicadas a repasar y afianzar contenido, «con la idea de comenzar el curso que viene por el punto en el que se ha parado ahora».

Respecto a la evaluación de los alumnos, que ha generado controversia en todos los niveles educativos, en los cursos que comprenden desde Primero de Educación Infantil hasta Sexto de Primaria se llevará a cabo de tal manera que perjudique lo menos posible a los alumnos. «Las instrucciones de la Consejería de Educación es que los niños no deben suspender ni repetir de curso, solo en situación excepcionales en las que no hayan hecho nada durante este periodo en casa y bajo la valoración del equipo docente».

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Además, añade que se tendrán en cuenta las dos evaluaciones anteriores «y por tanto será una media entre las dos que ya han pasado y la actual solo servirá para mantener o subir nota, en el caso de que el alumno haya realizado sus tareas de manera continuada y demuestre su esfuerzo».

Sexto de Primaria

En este punto, Sexto de Primaria es el curso que más puede verse afectado al cambiar de ciclo y comenzar el instituto, pero aun así, Mendo declara que no tienen porqué perjudicarles más que al resto. «En condiciones normales a principios de curso se hace una prueba de conocimiento para que los docentes sepan qué nivel tiene la clase que comienza. En septiembre se hará de igual manera, con más razón, y a partir del punto en el que se quedaron, comenzarán en 1º de ESO. Lo único que no podrán hacer la visita que cada año hacen al IES Quintana y supone para ellos una primera toma de contacto. Pero más allá de eso, no considero que vaya a haber problemas más allá de los típicos de adaptación a un centro y ciclo nuevo. Nosotros estamos poniendo todo de nuestra parte para que ellos no tengan dificultades».

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En esta nueva realidad que llegó de repente, como se está comprobando, los padres juegan un papel fundamental. «Aunque las tareas que los docentes mandamos los alumnos las pueden hacer de manera autónoma, el ambiente de casa no es de clase y por tanto se distraen más y necesitan al lado a un adulto que les guíe. Por ello, quiero desde el CEIP Virgen de Guadalupe felicitar a todos esos padres y madres que están poniendo a diario su empeño, su tiempo y su esfuerzo para que los niños lleven al día los trabajos».

Y es que para los docentes tampoco está siendo tarea fácil tener que enseñar a distancia y coordinarse entre ellos para la organización del material. «Al final echas más horas que un reloj. Lo que en condiciones normales te puede llevar una hora y media, ahora es más del doble. Nos comunicamos entre los docentes por Whatsapp, a través de correos y por plataformas virtuales, y el hecho de no estar todos juntos en un mismo espacio hace que todo se ralentice».

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A pesar de las adversidades, no tiene duda en que la prioridad son los alumnos. «Nos ha cogido a todos desprevenidos, por sorpresa y sin estar preparados ni mucho menos para esta situación. Pero lo importante es seguir atendiendo a los niños para que sufran lo menos posible las consecuencias en su proceso de aprendizaje. Es importante que todos sigan una rutina diaria para que no pierdan el hilo del curso y continúen así hasta junio, porque después hay tres meses de verano por delante y no deben descolgarse tanto tiempo».

Niños que según declaran muchos de sus padres y los propios maestros, echan de menos el colegio. «Me lo dicen por los grupos de Whatsapp o si me encuentro a algún familiar cuando voy a hacer la compra. Los alumnos echan de menos a sus compañeros, el ambiente de la clase, los recreos y los juegos. Puede que al principio pensasen que eran vacaciones, pero después de dos meses, es normal que añoren su rutina».

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