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El CD Quintana celebra un gol en el encuentro ante Entrerríos MARÍA FORTUNA
El CD Quintana se queda a las puertas del ascenso tras una fallida tanda de penaltis

El CD Quintana se queda a las puertas del ascenso tras una fallida tanda de penaltis

Jugó la final ante Solana de los Barros en un partido frenético que terminó con el sueño de regresar a Primera División Extremeña

Miércoles, 28 de julio 2021, 11:29

El CD Quintana se queda a las puertas del ascenso tras una fallida tanda de penaltis

Jugó la final ante Solana de los Barros en un partido frenético que terminó con el sueño de regresar a Primera División Extremeña

El sueño del ascenso finalmente se quedó en eso, en un sueño que por segundo año no se hizo realidad para el CD Quintana. Después de quedar campeones de liga, los ánimos estaban intactos en la carrera hacia la promoción y tras un mes de duro entrenamientos, el 5 de junio llegó la primera oportunidad de volver a Primera División Extremeña.

Se enfrentaron ante Cabezuela del Valle en un choque que no resultó como se esperaba. Pese a hacerse los dueños del partido y de todo el municipal de Sierra de Fuentes gozando de las mejores ocasiones, fue el conjunto cacereño el que a los 20 minutos perforó la meta defendida por Pota consiguiendo el único gol del encuentro.

La hora y media restante se convirtió en una lucha contrarreloj por lograr el empate. Jugada tras jugada se intentaba el gol, puesto que los jugadores no salieron a penas de área contraria, con sucesivos córner, faltas, remates y rechaces que, sin embargo, no llegaron a la red. Un partido accidentado donde los dos conjuntos se jugaban una plaza en Primera División Regional, plaza que se quedó Cabezuela a pesar de la superioridad mostrada por parte del equipo quintanense. Goleada a Entrerríos

La derrota fue un bache en la carrera por el ascenso, pero no una caída puesto que aún les quedaba otra oportunidad, pero para eso tenían que salvar el siguiente escollo ante Entrerríos. Y así fue, una semana más tarde, con la moral intacta y todo el empeño puesto en el verde, el equipo salió en Santa Amalia dispuestos a ganarse la plaza para la final. Sin embargo, una primera parte muy igualada sin apenas ataques por parte de ambos equipos, exceptuando la ocasión de Guille, hizo que el marcador se fuera sin goles al descanso.

Goleada a Entrerríos

El segundo tiempo arrancó con un Quintana lleno de fuerza y coraje que hizo que, a tan solo 7 minutos de comenzar, esta vez sí, Guille pusiera el 1-0. Por fin llegó el gol de la esperanza que impulsó a los rojillos a seguir luchando. A pesar de la euforia del primer tanto, se temía en cada córner y en cada falta la igualada de los tamborreños. Pero justo cuando cada jugada del rival dejaba a la afición sin aliento, llegó el golpe de moral en el minuto 87 con un segundo tanto de Curro. El recién llegado hizo alarde de su calidad con el balón y marcó el gol de la tranquilidad que ponía el partido de cara.

La afición enloqueció

Desde ese momento la afición enloqueció, pero, aunque estaba cerca el pitido, todavía quedaba la sorpresa final con el gol de César en el minuto 93 que no hizo sino ratificar la superioridad del conjunto quintanense durante toda la segunda parte. La rotunda victoria dio el pase a la final a los rojillos y les devolvió la ilusión del ascenso. En esta ocasión no había medias tintas, era un encuentro decisivo para el que había que poner toda la carne en el asador. Y la pusieron, porque todos ellos lucharon cada minuto de partido, sin bajar los brazos ante los goles del rival y sin tirar la toalla cuando no llegaba el empate. Los recuerdos de aquel partido, a pesar de haberse cumplido ya un mes, sigue evocando el sabor amargo que deja una derrota injusta.

La tarde del 21 de junio, más de trescientos quintanenses se desplazaron hasta Villafranca de los Barros para ver a su equipo. Una tarde desapacible en la que la lluvia no dio tregua hasta minutos antes de comenzar el partido. Los primeros minutos pasaron con un juego rápido de balón por parte de ambos equipos. Pese a que el Quintana atacó y defendió de manera intachable, la suerte se puso de cara para los de Solana al adelantarse en el marcador en el minuto 27.

Jarro de agua fría

El primer mazazo puso a los rojillos en desventaja, pero no consiguió tambalear ni por un instante sus ánimos. Evitando un segundo gol y con pocas ocasiones más, llegó el descanso y 45 minutos por delante para la igualada. Lejos del empate, el segundo tanto de los amarillos en el minuto 61 vino como un jarro de agua fría. «Queda más de media hora», se murmuraba entre la afición quintanense, «todavía hay tiempo», «no hay que perder la esperanza», y sobreponiéndose a un marcador en contra, Guille, tan solo 4 minutos después, marcó el primer tanto para los rojillos. Un tanto que les acercaba al empate necesario para seguir vivos..

A partir de ese momento el nivel de tensión y exacerbación del partido se tornó insostenible. La expulsión injusta de Fernando Tena, acusado de una agresión que no se había producido y habiendo sido él quien la recibió, dejó a los rojillos con 10 en el terreno de juego, número que igualaron los solaneros tras la roja de su portero. Tras los momentos de protestas, reproches y dudas arbitrales, el partido se retomó y por delante casi 30 minutos para lograr el empate. Treinta minutos en los que, a pesar de las numerosas ocasiones de las que gozó el Quintana, el gol se resistía.

Ya en el descuento, cuando se saba todo por perdido y las lágrimas caían en los rostros de la afición, a modo de final épico, llegó el gol de la esperanza en los pies de Sosa tras un rechace. Quizás el momento más bonito vivido en los casi 300 minutos jugados durante la promoción. Ese instante enloqueció a todos, erizó el bello y convirtió las lágrimas en alegría y es que ese gol dio paso a la prórroga y una nueva oportunidad por el ascenso. Desafortunadamente, pese a la fuerza que mostraban los quintanenses en cada jugada, el marcador no se movió en los 30 minutos, hecho que dio paso a los penaltis.

Y entonces, tras la intensidad de los momentos vividos previamente, y tres fines de semana de lucha, terminó el sueño. «El fútbol es así», no paraban de repetir los aficionados tras dos tiros fallidos que, tristes y aún con la euforia de los instantes anteriores, vieron pasar por delante el ascenso de la misma manera que a un niño se le escapa un globo. A pesar del amargo desenlace, los jugadores pueden presumir con la cabeza alta de haber luchado hasta el último minuto y tener la satisfacción de un trabajo bien hecho.

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