

maría fortuna
Miércoles, 6 de junio 2018, 12:27
Extraño es la persona que no le conozca por su gran implicación en la vida social del pueblo al regentar uno de los bares con más tradición local, hablamos de Gregorio de la Cruz de Tena.
¿Cuándo comenzó tu vinculación con el mundo de las motos?
Desde muy joven tuve una Derby diablo, mi primera moto, la que me llevó a interesarme por este mundo desde pronto. Al no tener nunca el carnet de conducir siempre me movía en ella y adquirí destreza rápido. La primera vez que participé en un torneo fue en Don Benito con 15 años en un campeonato de motocross. Recuerdo esa experiencia tan emocionante que me hizo saber que mi vida estaría ligado a las dos ruedas siempre.
¿De manera personal qué le ha supuesto esta afinidad?
He explotado mi afición tanto como he podido. Por ello, en seis ocasiones he ido al famoso circuito de Jerez en mi moto que era una kymco de 49 cc y después volvía también en ella. La última vez fue el año pasado, este año me ha llevado en coche mi hija Marta, otra gran aficionada a las motos a la que le he trasmitido mi pasión por ese mundo. También he ido en varias ocasiones a Guadalupe y he recorrido cada palmo de la comarca en moto y he visitado el Motorland Aragón de Alcañiz, el circuito de Estoril en Portugal y el de Ricardo Tormo en la localidad valenciana de Cheste.
¿Cómo surge la afición motera en Quintana?
A través de la asociación motera Los Picapiedra impulsada por José Dávila y Francisco Calero. Comenzamos a reunirnos un grupo bastante grande de personas interesadas en el mundo de las motos. Realizábamos eventos, quedadas y lo más famoso de aquella época era la concentración motera de cada año. Llegaba gente de todos puntos de España y tras la ruta nos reuníamos en la antigua discoteca Todoterreno para comer y después continuaba en la carpa municipal. Así durante muchos años hasta que desapareció hace diez.
¿Qué ocurrió entonces?
En esa asociación forjamos una fuerte amistad entre todos, hicimos una gran familia alrededor de las motos, y cuando terminó yo decidí por mi cuenta continuar con la tradición. Por ello, para inaugurar el actual local de mi bar tras finalizar las obras decidí hacer una rejuntá motera. Es decir, un encuentro para los amantes del motor, pero más a pequeña escala, con la excusa de reunirnos viejos amigos y dar la bienvenida al bar nuevo. De eso ya han pasado 10 años en los cuales hemos organizado cada edición con más ilusión aún que la anterior.
¿Cómo recuerda esa primera edición en 2008?
Llegaron un total de 280 moteros procedente de Oviedo, Sevilla, Huelva, Cáceres o Badajoz y de todos los municipios que forman la comarca de la Serena. Contactamos con ellos por la amistad que habíamos hecho los años anteriores. Nos quedamos con muy buen sabor de boca y lo más importante es que el pueblo en general, ya fuera amante de las motos o no, se reunió con nosotros para disfrutar de la fiesta juntos. Fuimos unas 500 personas en total.
¿Cómo se organiza un evento de este tipo?
Con mucho trabajo y moviendo muchos contactos, que además hay que mantenerlos de un año para otro. Pero siempre nos ha impulsado seguir, para poner en valor las motos en Quintana y el personal que mueve este mundo. Normalmente cada año intentábamos traer a alguna persona destacada de este ámbito para que realizara alguna exhibición al público. En la edición de hace cinco años vino un chico de trial que hizo una exhibición que atrajo a muchos jóvenes quintanense, que desde entonces es el público mayoritario en nuestros encuentros.
¿Qué edición de la rejunta motera recuerda más especial?
Fue en la edición que vino el ex piloto español de motociclismo Emilio Alzamora, no sabría decirte el año exacto debido a que he perdido memoria y me cuesta recordar, pero aquello fue algo apoteósico. Un campeón del mundo con una extensísima trayectoria en la categoría de 125 cc llegó a Quintana para compartir con nosotros sus experiencias. Realizó una exhibición que congregó a más de 800 personas entre moteros y vecinos. En la calle lateral del parque nuevo no cabía nadie más y él solo en el centro con su moto realizando acrobacias. Sin duda, esa ha pasado a la historia como la mejor edición, al recordarlo aun siento emoción.
¿Cómo es la rutina de cada edición de la rejunta?
Los que venían desde más lejos, llegaban el día anterior y pasaban la noche en el albergue municipal o en algunos hostales de la zona. Por la mañana nos reuníamos muy temprano en el parque nuevo para establecer el punto de salida, tras el desayuno molinero comenzábamos la ruta, que no tenía ningún matiz competitivo, si no disfrutar de los paisajes que ofrece La Serena. Cada año variaba el trayecto pero siempre transcurrían por las sierras, los pantanos y los distintos pueblos de nuestra comarca. Tras finalizarla a mediodía se volvían a reunir en la puerta del bar donde ofrecíamos aperitivos, bebida y parrillada aunque nuestro plato estrella siempre era una paella gigante.
¿De qué manera se ha logrado mantener esta actividad?
Gracias a la colaboración de muchas personas y al Ayuntamiento de Quintana que unido a nuestro empeño han querido que esto permanezca. Han sido diez años muy bonitos en los que veíamos reunirse a gran parte del pueblo en la puerta del bar rodeado de motoristas en una jornada de convivencia. Cada año iba subiendo la participación. Este mes de mayo, durante la ruta Cyclopea 500, mi hija con la ayuda del Consistorio decidieron hacerme un homenaje por mi trayectoria en el mundo de las motos y por mantener viva estos años la convivencia en torno a ellas en Quintana. Me da mucha pena no poder organizar la rejunta este año por cuestiones de salud, pero eso no quita que lo pueda retomar más adelante.
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