Juan Antonio Chacón Chacón, deportista y escritor quintanense, goza de una extensa carrera en ambos ámbitos. En el deporte con más de medio siglo de trayectoria que le ha hecho poseedor de un extenso palmarés y en su faceta artística materializada con la escritura de seis libros y uno en proceso. Hoy recordamos su recorrido al haber sido recientemente incluido en Medníficos un libro basado en los 800 deportistas más reconocidos de la región en los últimos cinco siglos del periodista y creador del Museo del Deporte extremeño José Luis Vela.
En la reseña que le dedica José Luis Vela, habla de usted como uno de los mejores deportistas de la historia de la región. ¿Se considera así?
-La mejor respuesta está en la historia y la estadística manejada por un gran profesional del periodismo deportivo como él. Un convencido socrático, como creo ser, jamás, puede considerarse superior a nadie. Estoy en mantillas del saber, por eso disfruto, con la constancia que me enseñó mi 'maestro' Montaigne, y que él mismo nos dejó escrito como uno de los pilares básicos de la sabiduría
¿Qué ha supuesto ese reconocimiento para usted? ¿Se lo esperaba?
-No sabía nada. Alguien conocido llamó a Vela inquiriendo que si yo estaba en la lista de los mejores. Entonces su esposa le contestó que no solamente estaba sino que encabezaba la lista del atletismo. La lista de los deportes se extendía a 800 deportistas de toda la historia de Extremadura aparecen en el libro 'Medníficos' y tú eres uno de ellos, me dijo esa persona
Más de 800 deportistas de toda la historia de la región aparecen en 'Medníficos' y usted es uno de ellos. De la reseña que le dedica Vela ¿qué es lo que más resaltaría? ¿Qué es lo que más le ha gustado de lo que dice con respecto a su trayectoria deportiva?
-En efecto, la recopilación de esos 800 impresiona pues arranca hace casi cinco siglos, en 1530, con Rodrigo López de Segura, ajedrecista de Zafra, uno de los mejores del mundo entre 1570 y 1575. Y es de agradecer que hable tan bien de mi persona como deportista y como escritor
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-Para agradecerle su nombramiento en ese libro, usted le ha dedicado un capítulo de un libro que está escribiendo. ¿Qué destaca en ese capítulo?
Lógicamente ante una elección tan cualitativa y al haber tenido la oportunidad de hacerlo, mis interiores me pedían que lo agrandara en una historia más. Esta 'Historia imprevista, que es el título del capítulo de 40 páginas, es una exhaustiva recopilación de mis 147 premios deportivos obtenidos desde los 16 a los19 años, desde los 20 a los 22, y desde los 40 a los 73, que lo he dejé por intervención quirúrgica en la 4 y 5 lumbar. Tuve una retirada desde los 23 a los 40 años, sin nada de atletismo.
Al encontrarme con este detalle de Vela, mi respuesta no se dejó esperar y consideré que lo mejor era hablar de todos mis títulos en Extremadura, en todas las regiones de España y buena parte de Europa y del mundo.
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El libro lo estaba preparado para el día del libro en abril. Lo dejamos por la pandemia y ahora lo publicaré dentro de poco y con 4 historias más, una de ellas la dedicada a José Luis Vela y a su esposa Lourdes Garzón.
Algunos títulos de las 21 historias son 'La legítima defensa', 'El vivir antiguo', 'La desatención envilece', 'El sueño de la humildad', 'La alberca de los pensamientos', 'Estadistas' y '¿Natalidad importada?, entre otros. El título del libro creo que lo dejaré en La alberca de los pensamientos (y 20 historias más), con tratos y guiones individualizados, estereotipados, humanos, exigentes y críticos y, por supuesto, sin faltar el obligado sentido del humor, en algunas historias.
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Toda una vida dedicada al deporte le ha hecho poseedor de un extenso palmarés. ¿Echando la vista atrás cuál considera que ha sido el premio/s o el logro más importante de su trayectoria?
En una competición en Cáceres se me rompió el tendón rotuliano de la pierna de impulso. La lesión fue muy grave. En tanto que me operaban con la epidural puesta oía que, como mínimo, la retirada del deporte estaba cantada. Me rehabilité sólo en mi campo de la hoja. A los 3 meses conseguí cerrar la pierna. Y antes de dos años dije en casa que me iba a Barcelona a un Congreso. En realidad fue al campeonato de España en Vic. Empatamos para el título un catalán y yo y desempatamos. Lo de menos fue ganar. Lo importante fue que me había curado y les puse un telegrama a los médicos desde Barcelona diciéndoles que se habían equivocado.
Otro logro grande fue en un Campeonato de Europa en Budapest. Íbamos ya en busca de los 50 años y Brumel, mi ídolo, que había sido plusmarquista mundial, campeón olímpico y elegido varios años mejor deportista del mundo, competía conmigo. A la siguiente altura dio tres nulos y yo lo salté a la primera. No me lo creía, pero así fue. Le había ganado al mejor de la historia. Nos hicimos muy buenos amigos. Fue un gran escritor.
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En cuanto a los premios, en mi época de juvenil y absoluto, a pesar de los títulos, obtuve solo 3 felicitaciones oficiales y ninguna de mi pueblo. Sin embargo el periódico Hoy siempre estuvo presto para felicitarme y publicar 'mis triunfos'. Por otro lado, un día de julio del 67, en el Estadio Municipal de Mérida, cuando todavía calentaba para el salto de altura, un empleado acercó una modesta silla de enea al saltadero y se sentó un señor. Cada salto que daba me aplaudía. Hice en ese momento la mejor marca de España absoluta con 1,96 y aquel señor se acercó, me felicitó cariñosamente y me dijo que contara con él para lo que me hiciera falta. Era el alcalde de Mérida, López de Ayala y García de Blanes. Y de mi época de juvenil, un día, Víctor Fortuna, me dijo que lo acompañara a Badajoz que era para algo de deporte. Me llevó a una tienda de deportes de la calle de San Juan y me dijo que cogiera la prenda que quisiera que era un regalo. Emocionado elegí el primer chándal que tuve. Con los años, a pesar de haber ganado campeonatos de España del F. de juventudes, y plusmarcas, representando a Badajoz, a Extremadura campeonatos absolutos, internacional absoluto nadie tuvo el detalle de felicitarme. Luego, en la categoría Máster, me llegó todo junto, eso, sí.
-¿Cree que se ha quedado algún 'salto' pendiente por dar en su carrera?
Ahora, ya, no, porque en el atletismo Máster desde los 40 a los 73 años me he sentido feliz y realizado a mi albedrío, entrenando sólo en el campo de la hoja. Estuve 3 años becado por el Comité Olímpico de España, en la Blune de Madrid. Empecé a entrenar en serio allí y me incluyeron con los atletas que iban a la Olimpiada de Tokio y, claro, aparecieron las lesiones. Pero a los seis meses competí con los que yo había visto en el No-do, los campeones de España y plusmarquistas López Aguado y Ariño y al día siguiente, cavando la tierra, y con una caña de listón y dos niños de 'saltómetro humano' hice mi primer salto. Al ver a Aguado y a Ariño en la pista, me impresionaron, pero salté al nivel del primero y le gané al segundo. Ahí obtuve mi pasaporte preolímpico. En 3 años, en concreto el 11 de febrero del 67, gané el campeonato de España absoluto en el Palacio de los deportes de Madrid y una semana antes hice la segunda marca de España de todos los tiempos.
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El ambiente caciquil de algunos de los dirigentes y mi necesidad de porvenir hicieron que considerara mi retirada para 'siempre', sin ni imaginar que luego, con casi 50 años iba a saltar 1,80 con el rodillo central de Valeri Brumel.
¿Sigue practicando deporte a día de hoy?
Hago deporte a diario, rehabilito la espalda con lumbares, abdominales y flexibilidad. Y, por supuesto, andar pues andar no es solo una forma de llegar a un lugar, sino de mejorar la memoria, como nos ha dicho hace poco el Premio Nobel Medicina del 2000, el austriaco Eric R. Kandel, de la Universidad Columbia, insistiendo que si el cerebro no se utiliza se pierde. Él casi todos los días andaba a paso ligero una hora, calculando unos seis mil pasos, cosa que había hecho por mi cuenta poco antes de sus declaraciones, pero él con 91 años.
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En este mismo sentido, considero de lectura obligada el ensayo 'El cerebro que cura', del español y Catedrático de Neurología de la Universidad de Harvard, Álvaro Pascual Leone.
-¿Qué le ha aportado el deporte a usted a lo largo de su vida?
Aunque me resultaría fácil expresarlo a mi manera, prefiero basarme en las sabias palabras de Pascual Leone o Eric R. Kandel, para ratificarlo. A lo largo de mi vida y sigo así, con el ejercicio mitigo los efectos dañinos en los huesos así como el déficit de memoria, porque un cuerpo en movimiento ayuda de manera considerable a mantener una mente activa con el simple hecho de andar y hasta previene la pérdida de memoria. Los comienzos, casi siempre, son dificultosos, pero después de un entrenamiento deportivo uno ha segregado sustancias de manera natural que mantienen el optimismo mejor para seguir cualquier abordaje. Esa es la mejor conclusión aparte de los logros típicamente deportivos y también en mi caso la posibilidad que he tenido de viajar y conocer mundo.
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'El salto pendiente' que tengo es el haber sido olímpico y que conociéndome, hubiera logrado de haber seguido algunos años más Perlo lo he compensado con creces en estos más de 30 años a partir de los 40. Y ahora, de momento, a hacerle caso a esos monstruos del cerebro y andar y andar los caminos.
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