

El pasado 13 de febrero la localidad celebró su tradicional Jueves de Compadre. Una festividad de origen celta que ha desafiado al paso del tiempo y se ha adaptado a la sociedad actual.
Durante el siglo XIX el fin de este día era emparejar a hombres y mujeres de la localidad a través de un rito tradicional, más tarde familias enteras hacían su rosquete y se iban al campo para disfrutar con el resto de vecinos. Y hoy en día, la fiesta ha evolucionado hasta convertirse en un día de convivencia en intimidad en el que disfrutar con allegados, amigos y también familiares.
Este año, continuando con la tradición, los días previos al Jueves de Compadre los más pequeños, tanto de la guardería como del colegio celebraron la típica 'comadrá' en la que aprendieron las costumbres locales comiendo los productos típicos de ese día.
No faltaron el rosquete con sus huevos, el chorizo o las regeñías. Todo un festín del que solo pudieron disfrutar los alumnos de los cursos más avanzados por cuestiones evidentes de recomendación alimentarias. Aunque todos ellos jugaron y disfrutaron de la jornada junto a los docentes de ambos centros.
Los más mayores fueron los otros protagonistas de esta celebración, en otros, los usuarios del centro terapeútico AFAD 'Adolfo Suárez' de la localidad.
Hasta allí llegaron el alcalde, Raimundo Dávila y la concejal de Bienestar Social, Agustina Galán para entregar 'la comadrá', compuesta por rosquete y regeñías, cortesía del Ayuntamiento y pasar una entrañable mañana con ellos.
Mientras tanto, llegado el Jueves, el pueblo se vació y los campos de alrededor se llenaron de quintanenses que celebraron, hasta bien entrada la tarde, una de las fiestas con más arraigo de nuestra localidad.
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