La Virgen a su paso por la Plaza de Extremadura

La Virgen de Fátima volvió a salir en procesión el pasado 13 de junio

Cerca de doscientos vecinos acompañaron a la imagen por las calles de la localidad

maría fortuna

Martes, 5 de junio 2018, 11:11

El pasado 13 de mayo la Virgen de Fatima salió de la parroquia de Nuestra Señora de los Milagros para procesionar acompañada por un centenar de feligreses que alumbrabaron con velas el paso. En 2017 se cumplió un siglo desde la aparición en la localidad portuguesa de Fátima, si bien debido a la gran afluencia de fieles que congregó el año pasado, el párroco de la localidad, Antonio Nogales, decidió volver a sacar en procesión a la Virgen para que así se mantenta la tradición los próximos años.

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Cabe recordar que la imagen salió por primera vez a la calle en 2017 después de décadas guardada. En primer lugar se celebró la Santa Misa, en la que muchos niños que se asisten a las clases de catequesis leyeron varios poemas dedicados a la Virgen de Fátima.

Al finalizar la eucaristía, el párroco encendió una vela que cedió a las personas sentadas en los primeros bancos, para que de una en una todos los presentes fueran enciendo los cirios. Al terminar, varias mujeres sostuvieron el paso de la imagen mientras que más de dos centenares de fieles le acompañaban con sus velas por las calles de la localidad.

Lugar de peregrinación

En la misma línea que otras apariciones marianas, ésta tuvo su origen en los testimonios de Lucía dos Santos, Jacinta y Francisco Marto, quienes afirmaron haber presenciado varias apariciones en Fátima, Portugal, entre el 13 de mayo y el 13 de octubre de 1917. A partir de entonces, esta advocación mariana extendió su fama más allá de sus límites locales.

Su principal lugar de culto es el santuario de Fátima, ubicado en la ciudad del mismo nombre en el municipio de Ourém, es considerado uno de los centros de peregrinación cristiana más importantes del mundo. El domingo 13 de mayo de 1917, los tres niños fueron a pastorear sus ovejas como de costumbre, a un lugar conocido como Cova da Iria, cerca de su pueblo natal.

Lucía describió haber visto, sobre una encina, a una mujer «más brillante que el sol», vestida de blanco, con un manto con bordes dorados y con un rosario en las manos, que les pidió que retornaran el mismo día y a la misma hora durante cinco meses consecutivos, encomendándoles el rezo del rosario. Francisco declaró no escuchar ni hablar con la Señora, sino solo verla. Asombrados, corrieron de regreso a su pueblo y lo anunciaron a todos, encontrándose con la previsible incredulidad de sus vecinos.

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