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Antonio Nogales en la parroquia Nuestra Señora de los Milagros M.FORTUNA

La parroquia acoge a vecinos que tienen que trabajar en beneficio de la comunidad

Desde 2017 el párroco, Antonio Nogales, recibe en el templo a quienes tienen que cumplir este tipo de penas impuestas por el juez

Lunes, 24 de mayo 2021, 10:53

La parroquia Nuestra Señora de los Milagros ofrece un servicio hasta ahora desconocido para la mayor parte de vecinos de la localidad. Desde 2017 acoge a personas que deben hacer trabajos en beneficio de la comunidad, es decir, una pena privativa de derechos, alternativa a la entrada en prisión o a las penas de multa que varían en función de la gravedad del hecho delictivo y a las circunstancias personales del penado.

«Un día una persona vino a verme para preguntarme si podía realizarlos en la parroquia porque en el Ayuntamiento ya no se hacían. Yo lo desconocía, pero entonces me llamaron del Servicio de Gestión de Penas de Badajoz y tras informarme, accedí», explica Antonio Nogales, párroco quintanense.

Desde entonces un total de siete personas han conmutado su pena realizando los trabajos en la parroquia. «Me llaman del Servicio y me dicen que hay alguien de la localidad que tiene que cumplir trabajos y que si estoy dispuesto a acogerlo».

En ningún momento, le comunican qué delito ha cometido, solo el tiempo de duración de la pena. En caso de que no pudieran hacerlas en la iglesia informa que tendrían que irse a Castuera o Don Benito, suponiéndoles un trastorno añadido al tener que desplazarse a diario. «Ese fue el motivo por el cual no dudé en acogerlos, puesto que son vecinos de nuestro pueblo y pensé que de esta manera les facilitaría el proceso».

Apoyo de servicios múltiples

Una vez que recibe al penado, acuerda con él las labores que va a realizar y cómo se va a organizar. «Normalmente realizan apoyo de servicios múltiples como pintura, limpieza o mantenimiento». Cada persona tiene un tiempo distinto en función de lo impuesto por el juez. «La jornada son 3 horas y, como algunos suelen trabajar, les doy la opción de venir por la tarde si les cuadra mejor el horario».

Pero más allá del cumplimiento de dichos trabajos, él habla con ellos. «Muchos se sienten perdidos, por ello considero importante que se desahoguen y e intento aconsejarles. Algunos hablan más que otros, pero hasta la fecha todos han completado sus trabajos sin ningún problema, de manera educada y responsable».

Al terminar la jornada cada día, añade, tienen que firmar un documento y de vez en cuando tienen visitas. «Cada cierto tiempo y sin avisar, viene alguien del servicio de gestión para hablar con él e informarse cómo es su día a día y cómo lleva los trabajos».

Lo más gratificante de todo, confiesa, es cuando establece un vínculo con esas personas. «La mayoría de ellos y sus familias son muy agradecidos. Cuando empiezan muestran más reparo y distancia, pero al terminar te dicen que se han sentido a gusto y te dan las gracias. Algo que sobrecoge porque al final tú solo intentas que se sientan amparados». Un trabajo altruista que, más allá de cualquier pensamiento o doctrina, deja entrever la calidad humana de una persona que no duda en tender la mano a aquellos que lo necesitan.

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